para arrojar su cénit de mis dos campos subclavios,
saber solicitarte que perdones mis agravios,
tirar del hilo justo deshilván de mis enredos.
Quiero tocarte el alma con la punta de los dedos,
llegarte al corazón con un suspiro de mis labios
y así poder raptar un dulce beso de tus sabios
labios en recompensa, conquistados desenredos.
Quiero sentir de nuevo como el dorso de mi mano
resbala tembloroso como gota de rocío
por esa curva doble que dibuja tu cadera,
quiero gozar tu vientre palpitando tan liviano
sobre mi piel marchita, que reclama en su vacío
el despertar temprano de una nueva primavera.